Una mirada a Cajamarca

He vuelto. Después de seis años, he vuelto a la ciudad donde he pasado un año excepcional e inolvidable de mi vida. De donde vengo, no hay sitios como Cajamarca. Cuando vine por primera vez, en el 2009, pensé que fue por su estilo arquitectónico“colonial“ y el paísaje andino. Estaba muy curiosa a descubrir el lugar con todos sus lados diferentes. Claro que durante mi estadía voluntaria, los seminarios en Bibliotecas Rurales y la experiencia de vivir con familias peruanas, me hizo darme cuenta que tenía que ampliar mi espectro mental para poder dar a cada impresión, pensamiento o lección su lugar merecido.

 

Los seres humanos, como todo ser vivo en ese planeta, nos adaptamos a nuestros alrededores o sea sociedades. Nuestro comportamiento está modificado a como nuestro grupo social nos refleja y así se adapta nuestra percepción de una realidad.

Viendo al Perú y cambiando mi grupo o alrededor social, también ha cambiado mi comprensión de la “realidad“: Normas culturales (machismo, no hablar en alemán cuando hay Peruanos cerca), cambio de sistema social y político.

 

Lo que me impresionó mucho fue el fenómeno de la minería en el Perú. La minería es un fenómeno complejo. Se encuentra gente que se queda únicamente con las desventajas (contaminación del medio ambiente, del proprio cuerpo, explotación), pero de igual manera sigue trabajando y apoyando a la mina. Cuando estuve en Cajamarca en el 2009, recién entendí la complejidad del sistema economico, incluyendo el problema político, social, medio ambiental etc.. 

 

Después, la minería me pareció como una flor del sistema últra capitalista o sea colonialista, que está creciendo como un matapalo. Sin servir más que a su misma existencia, tomando la vida y estrangulando al árbol que es la sociedad civil, social, medio ambiental. Cuando muere el árbol, el matapalo se busca otro.  El árbol en el Perú está débil. Su tronco ya está por no poder más cargar su propio peso, porque la corrupción le corta sus racíces. Lamentablemente no hay muchos para regar el árbol, porque se confunden y le dan el agua al matapalo.

La creencia en el crecimiento económico debilita al estado social, que por razones de corrupción no apoya a la gente pobre o con otras necesidades y ellos buscan sobrevivir en el sistema cruel. La gente pobre no tiene otra opción.

 

He vuelto después de seis años.

Ha crecido Cajamarca, ¡ha explotado! Bajé del taxi que me dejaba frente a mi hospedaje.

¡Ruido!, Olor a gasolina, más hacía el mercado a basura y fruta malograda que se bota en la calle. Desde el cerrito de Santa Apolonia realizo que debe de haber varios nuevos barrios, no me recordaba de que Cajamarca fue así de grande. En las calles hay una verdadera armada de carros. La avalancha de carros se empuja en las calles demasiado pequeñas. Esta linda y vieja ciudad no tiene la infraestructura para soportar ese tráfico, recién tengo la imagen que el tráfico se hincha como pus entre los hermosos edificios. ¡A respirar en el campo, a descansar!

 

En el camino hay basura. ¿Quizás la gente no se siente responsable? ¿No respeta a los lugares? ¿O ya no percibe el olor? No tengo idea. Uno podría pensar que el sistema educativo peruano pone otras prioridades...

 

El campo, disminuyendo, todavía me recibe con lindos colores armónicos, cantos de pajaritos, ya no hay el ruído. Me saluda el quindecito y me doy cuenta de que me olvidé de muchos nombres de plantas . Saco mis audífonos que en la ciudad siempre me pongo porque el nivel de ruido me estresa. Acá, ya no los necesito.

Mi familia vive en el campo, y aunque he vivido también en ciudades de todo tamaño, prefiero el campo, me relaja y me siento más calma. En estos seis años siempre me recordaba de lo que he aprendido de la cosmovivencia en el campo, siempre me ha impresionado mucho, porque es un pensamiento completamente diferente de lo que vivimos en el mundo globalizado. Su respeto hacía la naturaleza me parece no solamente más sabio de lo que estamos haciendo nosotros, pero también más actual, porque permite el rescate del planeta que nos da la vida y que está explotado y muriendose.

 

 ¡Hacia las raíces es la consigna!

 

El campo me parece un oasis. Pero lamentablemente está disminuyendo, de un lado por la ciudad de Cajamarca, del otro lado por la Yanacocha. En el lenguaje médico, una estructura con crecimiento desplazando, infiltrativo y parasitario se llama túmor.

 

Me da mucha pena por Cajamarca y su población (en el campo como en la ciudad). Los Cajamarquinos siempre me han recibido con muchíssima cordialidad, amistad y generosidad, también esta vez me impresionó eso y me ha dejado con mucha humildad. Les debo más que mi acento serrano que les sorprendió muchas veces a los Limeños que encontraba en el camino ;-) . Mis estadías en Cajamarca siempre son un regalo muy grande y generoso, que otra vez, voy a guardar con mucho amor. ¡Me alegro mucho haber encontrado gente luchando!

 

Mi esperanza es que haya un día más gente que no tiene miedo de cambiar su “realidad“ y que podamos seguir contraponiendo algo a este sistema cruel, también como gente que empieza a sentirse responsable de proteger al medio ambiente y a la tierra.

 

Inga Piepper

Estudiante de Medicina Humana en "Universität zu Lübeck"

Alemania

Voluntaria de la ACIES – año 2009

 

El clima desde la cosmovisión andina

 Alfredo Mires, compañero de la ACIES habla sobre el cambio climático y la necesidad de responsabilizarnos con la naturaleza desde nuestro actuar.

https://grufides.lamula.pe/2015/10/20/antrop-alfredo-mires-habla-sobre-el-clima-desde-la-cosmovision-andina/grufides/

Morocha: el pueblo que se desvanece en las alturas

A 4,700 msnm existe una localidad que desaparece lentamente. Nacida por y para la minería esta actividad sellará también su inevitable defunción.

Compartimos el enlace publicado en el Diario la República el día 14 de enero de 2015.  Ojalá podamos reflexionar en torno a estos temas y lo que vamos dejando a nuestro pueblo como el resultado de nuestras acciones.


http://www.larepublica.pe/14-01-2015/morococha-el-pueblo-que-se-desvanece-en-las-alturas. 


Deber de identidad y gratitud a la tierra

Nuestra experiencia de trabajo con niños del campo y la zona urbano marginal, nos permite afirmar que para lograr mejores condiciones de vida del que todos podamos ser partícipes, es necesario dejar posturas personales y aprender a leer la realidad. Esta vez nos toca ver en las calles grandes grupos de comuneros de diferentes lugares del campo que con arengas de respeto al medio ambiente expresan libremente su manera de pensar. En efecto, el medio ambiente es el lugar donde vivimos y en el cual transitamos diariamente y lo que de alguna manera es el presente y futuro para los niños que formamos. Cajamarca, desde hace veinte años de presencia de empresas mineras ha seguido un camino que para algunos ha significado "desarrollo" como sinónimo de dinero, para otros: corrupción, pobreza, delincuencia, prostitución y la brecha entre los que tienen y los que no tienen cada vez más grande. Sólo nos preguntamos si esto es realmente lo que queremos

¿Cómo leemos la realidad?

Cuando pienso en ¿qué es lo más importante para mí en esta vida? Sin dudas puedo decir que es mi familia y su bienestar. Siempre he pensado que existimos en este mundo para ser felices, y que minuto a minuto construimos la vida que decidimos.

El problema socio ambiental en Cajamarca es algo que me involucra con un deber de identidad y gratitud a la tierra que me vio nacer; que me identifica porque aún conservo sueños, esperanzas, ideales y sentimientos. Más allá de mi persona, siento la necesidad de dar un ejemplo digno a mis hijos y de ser grata con la educación y cariño que  recibí.

Ahora en esta coyuntura, lo que más deseo es defender y gritar con todas mis fuerzas que quiero vida y salud, para mi familia, mis amigos y paisanos, que no quiero vender mi conciencia ni mi profesión, a cambio de intereses deshumanizantes, y que no quiero convertirme en aquellas personas que no entienden que la tierra tiene lo suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no las ambiciones de unos cuantos, que no valoran la naturaleza que Dios nos dio y la venden a cualquier postor para su destrucción.

A menudo nos distrae la guerra interna entre lo que deseamos hacer y lo que debemos hacer, que pasamos por alto lo que necesitamos hacer. Llega un momento en el que, lo que los demás opinan que deberíamos hacer, entra en conflicto directo con lo que nuestra cabeza o nuestro corazón nos impide llevar a cabo, y es entonces cuando debemos decidir si nuestra prioridad es complacer a los demás o complacernos a nosotros mismos. (Hurley,2010)

Y es tan triste que la vida de algunos gire alrededor de una actividad que hace tanto daño a nuestra naturaleza, y lo peor, que no sean capaz de pensar en otras alternativas, porque cada día tienen menos libertad y verdad en su expresión, porque hasta eso han vendido.

Laura Bazán Diaz, Docente de la UNC. Amiga y colaboradora de la ACIES.

¡Celulares pero que fumar!
Hemos recibido este información que nos interesa compartir, está relacionada con lo nocivo que resulta el uso del celular, no sólo para la salud, sino también para el medio ambiente. Ojalá podamos tenerlo en cuenta.
El celular.pps
Presentación Microsoft Power Point 1.0 MB