El sol salía de noche
los muertos salían de sus sepulturas,
cualquier bufón era rey
el manicomio dictaba las leyes
los mendigos eran señores
y las damas echaban llamas.
Y al final cuando llegaba el miércoles de ceniza, la gente se arrancaba las máscaras que no mentían, y volvían a ponerse las caras, hasta el año siguiente.
En el siglo XVI el emperador Carlos, dictó en Madrid el castigo del carnaval y sus desenfrenos: si fuera persona baja, cien azotes públicos; si noble, al destierro por seis meses...
Cuatro siglos después, el generalisimo Francisco Franco, prohibió el carnaval en uno de sus primeros decretos de gobierno.
Invencible fiesta pagana: cuanto más la prohibían con más ganas volvía.
Eduardo Galeano